Hoy, en esta nueva singladura, quiero estrenarme con un poema al que le tengo mucho cariño. Fue casi el primero que escribí, y lo dediqué a mi padre que había fallecido demasiado pronto y con muchas cosas todavía por hacer. Espero que os guste.
Y AHÍ ESTÁS
A mi padre...
Te seguí,
quise seguirte al menos.
¿Es posible rellenar tu hueco,
podrá esa pared alejarnos,
el tiempo mitigar el sufrimiento?
Te seguí hasta aquí.
Te seguiría siempre.
Sólo una vez más,
una,
una más.....
Y ahí estás. Te encontré, al fin,
tras la pared.
Pared revestida, decorada, fina
pero barrera, en definitiva.
Barrera infranqueable entre dos mundos:
el tuyo y el mío.
Pequeño hueco
pero enorme a la vez.
Fino telón, de arcilla y mármol,
que cayó un día,
¡ese día!
Para todos los días.
Tras la pared, tu pared,
mundos separados, opuestos.
Luz contra tinieblas.
Gentío, sol, lluvia....¡vida!
contra soledad y oscuridad.
Pero vives, aun siendo polvo y humedad,
en el recuerdo de las tardes de playa
de las risas, de los llantos.......
de la vida.
Vives tras esa cortina sellada para siempre. No sólo ahí.
También tras la pared de mi corazón.
Vives.
A través de la piel de mi pecho, de sus poros,
emanando de mi ser en forma de nostálgico recuerdo.
¡Y ahí estás, ahí estarás! ¡Ahí estaremos!
Para siempre.
Y ahí estás tú
Y aquí estoy yo.
Y en medio ese muro inexpugnable,
guardián implacable de tu memoria.
Y en medio esa pared.
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